martes, 22 de diciembre de 2009

Patallacta, templo de la Luna




La ceremonia realizada a la Pachamama, en Patallacta, fue guiada por Luz Marina Palomino.
Nos estremeció el amor que nos transmitió, al punto que terminamos abrazados y llorando mientras el viento primaveral nos regalaba una caricia en lo alto del sitio arqueológico.
Allí, Luz Marina efectuó una limpieza energética en cada una de nosotras, y la fuerte brisa de la alturas combinada con sus sabias manos nos hizo sentir más livianas de mochilas. Para cerrar la ceremonia nos adentramos en un gran hueco en la montaña, y nos explicó que aquello era el templo de la luna, donde en las noches de luna llena, entra una rayo de luz plateada sobre la piedra ceremonial iluminando las oscuras profundidades que convierten en útero materno, el interior de la tierra.
Salimos renovadas, conmovidas, sintiendo que de verdad habíamos estado en el vientre de la Pachamama y con la certeza de que en ese mismo lugar, mujeres como nosotras trajeron felices sus hijos al mundo.
Comparé inevitablemente esos partos con el propio, y más allá de la tecnología de la que se dispone hoy en día, de la que no reniego, me imaginé pariendo a mi hija en el templo de la luna y no pude menos que envidiar sanamente a aquellas mujeres que tuvieron como sala de partos, un templo sagrado enclavado en las profundidades de la montaña.

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